Los ojos verdes, capítulo 1

Modifié par Leapilar

El joven Fernando de Argensola decide volver al bosque para encontrar a una mujer extraña por la que se siente atraído. Regresa a la fuente de los álamos, un lugar muy peligroso según la leyenda.

-¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? […] 

Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse1 en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba2, temblando, el primogénito Almenar, de rodillas a los pies3 de su misteriosa amante, procuraba4 en vano arrancarle el secreto de su existencia.

Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro5. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

— ¡No me respondes! exclamó Fernando al ver burlada su esperanza. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!… Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer…

— O un demonio…  ¿Y si lo fuese?

El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico6, demente casi, exclamó en un arrebato de amor7:

— Si lo fueses... te amaría… te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella.

— Fernando, dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música, yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas. (...) Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro8; antes lo premio9 con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo10, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.

Gustavo Adolfo Bécquer, "Los ojos verdes", Leyendas, 1861


1. Desplomarse: s'effondrer. 2. Retratarse: se refléter. 3. Estar de rodillas: être à genoux. 4. Procurar = intentar. 5. Alabastro = piedra muy blanca: albâtre. 6. Un brillo fosfórico = que brilla y tiene el color del fósforo (verde). 7. En un arrebato de amor: transporté par l'amour. 8. Donde moro = donde vivo. 9. Premiar = recompensar. 10. El vulgo: le commun des mortels.

Source : https://lesmanuelslibres.region-academique-idf.fr
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